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Año tras año sucedía lo mismo: Penina se burlaba de Ana mientras iban al tabernáculo.[a] En cada ocasión, Ana terminaba llorando y ni siquiera quería comer.

«¿Por qué lloras, Ana?—le preguntaba Elcana—. ¿Por qué no comes? ¿Por qué estás desanimada? ¿Solo por no tener hijos? Me tienes a mí, ¿acaso no es mejor que tener diez hijos?».

Oración de Ana por un hijo

Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo.[b]

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Footnotes

  1. 1:7 En hebreo a la casa del Señor; también en 1:24.
  2. 1:9 En hebreo del templo del Señor.

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